jueves, 1 de abril de 2010

Ana


Cada día me maravillo más
y es que como madre enamorada de mi hija
tengo que cantar las alabanzas
correspondientes

Solo sé decir que es mi centro
mi timón, mi horizonte
y que la vida a su lado es dulce
Dios me la devolvió el año pasado

Esa convivencia ha sido
lo más delicioso que he tenido
en este largo caminar

Separarme de ella fue doloroso
pero volver a vivir con ella fue la
medicina a mis huesos

A ti Ana... una y otra vez
te digo que eres una hija maravillosa
una mujer hermosa
y mi anhelo más preciado
y no me cansaré de decírtelo
quiero que lo sepas
para que cuando ya no esté
tengas en tu corazón la certeza
de que esta tu madre
tan imperfecta, tan limitada
te amó con un amor perfecto
e ilimitado.

Gracias nena por existir

sábado, 20 de septiembre de 2008

Myra



Si alguien me tendió una mano, y a alguien puedo llamar amiga... es a esta mujer, quien me enseñó las puertas de la libertad. Quien tomaba el tiempo diariamente, para empujarme y decirme lo mucho que yo valía. Quien creyó en mi...

La vida me dió la oportunidad de conocer a esta bella mujer y a su madre, quienes se conviertieron en un role model a seguir. Pujantes, emprendedoras, sin miedo a nada... se han abierto un camino, y han hecho lo que han soñado.

Myra vive ahora en Alemania... (me duró poquito el gusto de tenerla a mi lado), sin embargo... vive en mi corazón... Gracias Myris por enseñarme a apreciar lo que soy... y lo que tengo... y lo que aún me falta por alcanzar...

(suerte con la panzita)

jueves, 29 de mayo de 2008

El Misho


Van tres días y contando y ya me siento mamá de nuevo. Ese sentimiento de ternura de tener un ser indefenso a la par tuya y cuidarlo con amor. Gozarte de cada pequeña travesura que hace es lo que ha despertado el misho en mi. Tiene un mes de vida y ahi va la Lore a conseguirle su comidita pa bebé y su cajita de arena, a enseñarle, a espulgarlo y a dejarlo lindote, como yo lo quiero tener.

Me ha cambiado la vida, saber que lo tengo que cuidar, que su vida depende de mi... que me mira con esos ojotes grandes y ahora le digo... somos solo tu y yo misho... jejejeje

El nombre no lo he definido, al principio le queria poner piojo, porque en vez de parecer gato, tiene el tamaño de una rata... y bueno no me parecería justo que lo llamaran asi cuando ya sea un gatote hermoso... por lo pronto le digo misho... mas cariñoso no?

Es increible, ver esta pequeña creación de Dios, y no emocionarse, no admirar todas esas pequeñas maravillas adjuntas a el... por lo pronto ya tengo mi tigre en casa... espero que la vida, me permita disfrutarlo por muchisimo tiempo.... a mi misho...

domingo, 18 de mayo de 2008

El Rudy

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Existe en la vida de una persona un momento de inmenso terror... cuando alguien por alguna razón del destino, te tuerce el camino y ya nada vuelve a ser igual. Yo tuve mi demonio... me perseguía y me aterraba... se llamaba Rudy.

Tenía yo quizas mis tres o cuatro años cuando el fantasma del acoso sexual se vino a mi vida, de manera imponente... el abuso... no se si algún día llegó, pero lo cierto es que me petrificaba verlo delante de mi... buscaba constantemente estar a solas conmigo para tocar, para acercarse... y yo lo odiaba con todas mis fuerzas desde el corazoncito de niña...

Cuando el venía, yo me escapaba... cuando el aparecía... yo no quería ser... yo quería ser transparente, porque me dolía en el alma lo que él hacía... si alguien ha sentido el terror en su cuerpo esa he sido yo... ahogaba mis miedos... estaba sola, rodeada de un mundo de hombres y mujeres grandes que no entenderían... el estigma de sentirme mala y sucia... era demasiado para una niña tan pequeña...

Me acuerdo de ese día... cuando estaba en casa con mi madre... ya no vivía donde el vivía, ahora estaba lejos... y nos dijeron "el Rudy se murió..." y como que de repente, se me abrió el cielo y brilló el sol... nunca pensé que de niña se podía ser feliz si alguien moría... pero ese día... salí al patio, tiré mis muñecas en el jardín, me puse a jugar, y volví a sonreír... ese día, empecé a dormir en paz... mala yerba... mala yerba había muerto.

éramos tres

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Éramos tres y tan diferentes, niñas de primaria... Anahité, Diana y yo... Una flaca, de lentes, de pelo lacio y muy seria. Fue mi primera amiga, a la que yo recuerdo. Con ella aprendí a ir a piñatas de primera vez... su casa en la zona uno, una casa vieja, pero acogedora... Diana era más como masculina, tenía una yegua viviendo en su casa, que realmente, no era casa, sino casi finca... su yegua se llamaba Furia y era su tema favorito... y yo, niña larguirucha, delgada y melancólica... y desde ese momento fueron tres...

Y después nos convertimos en tres otra vez... porque conforme van pasando los años, vas dejando atrás unas amistades y vienen nuevas... y ahora era de nuevo Diana, la Susy y yo... y la constante lucha, por ver que habían dos que congeniaban y otra que sobraba... éramos tres las que ahora soñábamos un día en convertirnos en maestras y enseñar a los niños... las que nos sentábamos en el corredor del cole... a jugar a los Yaxs... o a cantar la lotería de Amor es... y seguimos siendo tres hasta el día que nos separamos por completo...

Pero la vida siempre me siguió regalando tríos... la Amarilis... la Marlen y yo... A la que volví a ver hace poco fue a la Amarilis... y siguió la vida y de nuevo fuimos tres... La Edna, la Paty y yo... en el Sagrado Corazón... a la Edna la admirábamos, porque con soltura sacaba el cigarrito y empezaba a fumar... ella fue la que nos enseñó a dar el golpe... la Paty y yo como buenas pro asmáticas, nunca aprendimos y nunca nos gustó... jejejejeje pero la admirábamos, porque su madre le permitía fumar... Y al tiempo, a la Edna se la llevó el matrimonio... yo creo que saliendo de la misa de graduación se fue a la misa del casorio... y ahora tiene hijos que ufffff... le llevan siquiera unos ocho años a la mía... A la Paty no la volví a ver, se fue con su marido a Dallas, y desde allá deben estar añorando el mole de plátano...

Y en California también fuimos tres... Roshanak, Homeyra y yo... amigas de fuego, mis dos iraníes favoritas... con las que reímos, nos contábamos de los enamorados, hacíamos travesuras... ellas aprendieron a decir "Mango" en español y yo aprendí a decir "Azizam" en persa... estas tres fueron divertidas, niñas de los ochenta, oyendo música y compartiendo, soñando y siendo ilusas... enamorándonos del amor... pero éramos tres... unidas y singulares...

Y luego volvimos a ser tres... la Susy, La Moni y yo... estas dos mis mosketeras favoritas, con las que comparto mi vida, mis tristezas y mis intimidades... mis más profundos miedos y las cosas que me pasan a diario... yo espero que como buenas tres mosketeras, duremos toda la vida...

sábado, 17 de mayo de 2008

El Abuelo

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Cuando hablamos de abuelos, se nos viene a la mente la imagen del abuelito de Heidi... o de uno tipo santa claus... bueno... yo tuve un abuelo diferente.

De niña no conoci a mi abuelo, porque el padre mi madre murió cuando ella tenía un año... y de parte de mi padre, pues... no se por que razones, lo conocí ya entradito un tiempo. Este don Raul era todo un personaje. Alto, delgado, de rasgos achinados. Lo que más me gustaba eran sus manos, que movía de manera peculiar cuando hablaba.

Vivía solo, y el ritual de mi padre era ir a visitarlo a su apartamento, todos los sábados por la tarde. Me acuerdo, cuando iba con él acompañándole, por las calles del centro... entrando por el Pasaje Rubio, subiendo las gradas y de pronto, ahi estaba. En su rinconcito con olor a naftalina... con su cocineta de gas, la botella de buen Brandy mexicano (que sacaba solo cuando llegaba con mi papá), con sus pocos muebles, pero siempre una sonrisa... siempre una historia por contar.

Vivía mitad acá, mitad en México. Y para él el paraíso era México... "alli si respetaban a los ancianos, alli si les daban privilegios... allí el bus no se pagaba con su tarjeta preferencial de tercera edad" México era su deleite, y por medio de sus palabras, aprendí a conocer esa tierra.

Cuando íbamos a viajar... me encargo personalmente que les diera un tour a mis padres por Puebla, y me narró con mucho detalle todos los sitios que deberíamos visitar... donde estaba enterrada la China Poblana... donde estaba el cuerpo incorrupto de un sacerdote que había muerto hacia siglos y lo tenían en una urna... de como enfilar hacia el lugar donde vendían los camotes en dulce... y el clásico hotel Cabrera... Yo como fiel alumna, tomé nota, y sin fallar, asi lo hicimos y conocimos bien... Era un experto viajero.

Su vida fue muy solitaria... mi padre tuvo la suerte de conocerlo cuando tenía 12 años... y yo le conocí, casi a la misma edad... la vida me regaló un solo abuelo... y yo me lo disfruté al máximo.

viernes, 16 de mayo de 2008

Doña Marta y sus helados

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Mi abuela paterna tenía como quinimil amigas... y siempre vivía metida en la casa de alguna de ellas. Doña Marta, señora frondosa, amplia, la recuerdo a lo lejos con su delantal, con su cabello rizado y una sonrisa.

"Niños, -decía mi padre-, vamos donde doña Marta, así que se portan bien". Y todos obedientes en filita india entrábamos al carro, y nos enfilabamos hacia la zona 2. Y sabíamos que habíamos llegado cuando veíamos colgado de su ventana la vaquita... de latón, que indicaba la lechería que se encontraba ahí.

Impacientes, nos adentrábamos en su casa, caserón viejo... pero muy bien cuidado. Nos sentábamos en la mesa y el ritual era siempre el mismo. Sacaba la bandeja de hielos... esas bandejas de metal (de las que ya no hay) que tenían una palanquita para que los hielos salieran mejor. Solo que estas bandejas eran super size, jejejeje. Y en lugar de cubos de hielo, contenían los helados más sabrosos que jamás había probado.

Y la tarea iniciaba... en pequeños trastecitos de vidrio ahumado... nos sacaba dos cubos de helado a cada uno. Los había de leche, de frutas, de sabores mixtos... y ella y su picahielo se daban a la tarea de picarnos el helado a un punto exquisito... Comer esa escarcha de hielo con sabor a gloria, era un deleite...

Doña Marta nunca fue efusiva... nunca nos abrazó, ni nos besó en demasía... pero el momento mágico del helado picado... nos hacía ser los más felices infantes sobre la tierra.