sábado, 17 de mayo de 2008

El Abuelo

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Cuando hablamos de abuelos, se nos viene a la mente la imagen del abuelito de Heidi... o de uno tipo santa claus... bueno... yo tuve un abuelo diferente.

De niña no conoci a mi abuelo, porque el padre mi madre murió cuando ella tenía un año... y de parte de mi padre, pues... no se por que razones, lo conocí ya entradito un tiempo. Este don Raul era todo un personaje. Alto, delgado, de rasgos achinados. Lo que más me gustaba eran sus manos, que movía de manera peculiar cuando hablaba.

Vivía solo, y el ritual de mi padre era ir a visitarlo a su apartamento, todos los sábados por la tarde. Me acuerdo, cuando iba con él acompañándole, por las calles del centro... entrando por el Pasaje Rubio, subiendo las gradas y de pronto, ahi estaba. En su rinconcito con olor a naftalina... con su cocineta de gas, la botella de buen Brandy mexicano (que sacaba solo cuando llegaba con mi papá), con sus pocos muebles, pero siempre una sonrisa... siempre una historia por contar.

Vivía mitad acá, mitad en México. Y para él el paraíso era México... "alli si respetaban a los ancianos, alli si les daban privilegios... allí el bus no se pagaba con su tarjeta preferencial de tercera edad" México era su deleite, y por medio de sus palabras, aprendí a conocer esa tierra.

Cuando íbamos a viajar... me encargo personalmente que les diera un tour a mis padres por Puebla, y me narró con mucho detalle todos los sitios que deberíamos visitar... donde estaba enterrada la China Poblana... donde estaba el cuerpo incorrupto de un sacerdote que había muerto hacia siglos y lo tenían en una urna... de como enfilar hacia el lugar donde vendían los camotes en dulce... y el clásico hotel Cabrera... Yo como fiel alumna, tomé nota, y sin fallar, asi lo hicimos y conocimos bien... Era un experto viajero.

Su vida fue muy solitaria... mi padre tuvo la suerte de conocerlo cuando tenía 12 años... y yo le conocí, casi a la misma edad... la vida me regaló un solo abuelo... y yo me lo disfruté al máximo.

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