viernes, 16 de mayo de 2008

Doña Marta y sus helados

http://www.practicallyedible.com/edible.nsf/(images)/icecubes/$file/ice_cube_tray_metal.jpg

Mi abuela paterna tenía como quinimil amigas... y siempre vivía metida en la casa de alguna de ellas. Doña Marta, señora frondosa, amplia, la recuerdo a lo lejos con su delantal, con su cabello rizado y una sonrisa.

"Niños, -decía mi padre-, vamos donde doña Marta, así que se portan bien". Y todos obedientes en filita india entrábamos al carro, y nos enfilabamos hacia la zona 2. Y sabíamos que habíamos llegado cuando veíamos colgado de su ventana la vaquita... de latón, que indicaba la lechería que se encontraba ahí.

Impacientes, nos adentrábamos en su casa, caserón viejo... pero muy bien cuidado. Nos sentábamos en la mesa y el ritual era siempre el mismo. Sacaba la bandeja de hielos... esas bandejas de metal (de las que ya no hay) que tenían una palanquita para que los hielos salieran mejor. Solo que estas bandejas eran super size, jejejeje. Y en lugar de cubos de hielo, contenían los helados más sabrosos que jamás había probado.

Y la tarea iniciaba... en pequeños trastecitos de vidrio ahumado... nos sacaba dos cubos de helado a cada uno. Los había de leche, de frutas, de sabores mixtos... y ella y su picahielo se daban a la tarea de picarnos el helado a un punto exquisito... Comer esa escarcha de hielo con sabor a gloria, era un deleite...

Doña Marta nunca fue efusiva... nunca nos abrazó, ni nos besó en demasía... pero el momento mágico del helado picado... nos hacía ser los más felices infantes sobre la tierra.

1 comentario:

silvana dijo...

Negri , que bonito lo que e leido hasta ahora , alguna cosa que me impacto , un abrazo grande me quedo mirando dentro de ti
besitos
Silvana