En la vida de cada ser humano, existe un ángel... esa persona que se preocupa por ti, no importa como seas, ni quien seas... que te da sin contemplaciones y que brinda amor por doquier... eso para mi fue mi Tío Rony.
Hombre grande, de proporciones inmensas, así lo conocí. Físicamente, me parecía un Buda, con su panzita prominente y su sonrisa bondadosa, y sus rasgos orientales, porque era chino... como toda mi familia del lado materno.
Su corazón de bondad no estableció límites... el era un pozo de los deseos, a donde la gente recurría sin pensarlo... el era consuelo, apoyo, bondad pura, el era un hombre bueno. En mi vida siempre veló por mí. Mi corazón, deseaba algo, y de pronto ahi estaba. No conocí algo que yo no quisiera, que él no me lo hubiese dado. Era la protección... mi otro padre, tras bambalinas.
Su debilidad: los chocolates y el pastel de peras y yogurt. Las computadoras y todo lo tecnológico. Su mayor tristeza, creo, fue nunca haber tenido un hijo propio... pero nos hizo hijos a muchos, nos adoptó en el alma. Su fortaleza: ¡el amor!
Si existe una persona a la cual yo no le he conocido mancha alguna en su corazón... ese sería él. Hermoso, dadivoso, amoroso... no existen adjetivos suficientes para calificarlo. Y ya no está, es otro valiente caído antes de tiempo. La muerte se lo llevó, y a mí me hizo falta mucho tiempo con él.
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